viernes, 25 de febrero de 2011

LA DIETA MENTAL DE LOS SIETE DIAS

El tema de la dieta es uno de los principales en la actualidad en cuanto al interés público concierne. Los periódicos y las revistas rebosan de artículos sobre el tema. Los mostradores de las librerías están llenos con volúmenes que develan los misterios de las proteínas, azúcares, vitaminas y demás. Justamente ahora todo el mundo se ha vuelto consciente de la comida. Expertos en la materia están diciendo que físicamente uno se convierte en aquello que uno come, que todo el cuerpo de uno está realmente compuesto de la comida que uno ha ingerido en el pasado. Lo que uno come hoy —dicen ellos— estará en el torrente sanguíneo después de transcurrir tantas horas, y es dicho torrente sanguíneo lo que constituye los tejidos que componen el cuerpo — y allí estamos. Por supuesto que ninguna persona sensible puede tener argumento alguno en contra de todo esto. Es perfectamente verdad en cuanto a lo que se dice, y lo único que sorprende es que le ha tomado tanto tiempo al mundo para averiguarlo; pero en este ensayo voy a tratar con el tema de la dieta en un nivel que es infinitamente más profundo y de mayor alcance en sus efectos. Me refiero, por supuesto, a la dieta mental.

El más importante de todos los factores en tu vida es la dieta mental en la que vives. Es la comida que le das a tu mente lo que determina la totalidad del carácter de tu vida. Son los pensamientos que te permites pensar (v.g. los temas que le permites a tu mente que abrigue) lo que hace de ti y de tu ambiente lo que son. “Así como sean tus días, así será tu fuerza” puede traducirse de la manera siguiente en lenguaje moderno: “Así como piensas, así será tu fuerza” . Todo en tu vida hoy día —el estado de tu cuerpo (esté sano o enfermo), el estado de tu fortuna (seas próspero o pobre), el estado de tu hogar (sea este feliz o lo opuesto), la actual condición de toda fase de tu vida de hecho— está enteramente condicionada por los pensamientos y sentimientos que has abrigado en el pasado, por el tono habitual de tu pasado pensar. Y las condiciones de tu vida mañana, y la semana de más arriba, y el año entrante, serán enteramente condicionadas por los pensamientos y sentimientos que escojas abrigar de ahora en adelante.
Dicho de otra manera, tú escoges tu vida; esto es, escoges todas las condiciones de tu vida cuando escoges los pensamientos sobre los cuales le permites a tu mente que permanezca. El pensamiento es la verdadera fuerza causal en la vida y no hay otra. No puedes tener una clase de mente y otra clase de ambiente. Esto quiere decir que no puedes cambiar tu ambiente y dejar, al mismo tiempo, tu mente sin cambio, como tampoco puedes — y ésta es la llave suprema a la vida y la razón de este ensayo— cambiar tu mente sin que también cambie tu ambiente. 

Esta, entonces, es la verdadera llave a la vida: Si cambias tu mente tus condiciones tienen que cambiar también —tu cuerpo tiene que cambiar; tu trabajo diario u otras actividades tienen que cambiar; tu hogar tiene que cambiar; el tono de color de toda tu vida tiene que cambiar—, ya que el que estés habitualmente feliz y alegre, o triste y deprimido depende enteramente de la cualidad de la comida mental con lo cual haces dieta.
Por favor, estén claros a este respecto. Si cambias tu mente, tus condiciones tienen que cambiar también. “Somos transformados por la renovación de nuestro entendimiento” Romanos 26. De manera que ahora verás que tu dieta mental es, en realidad, lo más importante de toda tu vida. 

A esto se le podrá llamar la Gran Ley Cósmica y su verdad parecerá perfectamente obvia una vez que sea claramente enunciada. De hecho, no conozco a ninguna persona considerada que niegue su verdad esencial. La dificultad práctica al aplicarla, no obstante, surge del hecho de que nuestros pensamientos están tan próximos a nosotros que resulta difícil, sin algo de práctica, dar un paso atrás —como quien dice— y contemplarlos objetivamente.
Sin embargo, eso es justamente lo que tenemos que aprender a hacer. Tenernos que entrenarnos a nosotros mismos a escoger el tema de nuestro pensar en un momento dado, y también escoger el tono emocional o lo que llamamos el estado de ánimo que le colorea. Sí, claro que podemos escoger nuestros estados de ánimo. Indudablemente que si no pudiéramos hacerlo, no tendríamos ningún control real sobre nuestras vidas. Los estados de ánimo abrigados habitualmente producen la disposición característica de la persona en cuestión, y es la disposición de dicha persona lo que finalmente hace o deshace su felicidad. 

No puedes estar sano, no puedes ser feliz, no puedes ser '"próspero si tienes una mala disposición. Si eres malhumorado o áspero, cínico o deprimido, superior o atemorizado a medio morir, tu vida no puede, posiblemente, valer la pena ser vivida. A menos que te determines a cultivar una buena disposición, es mejor entonces que también pierdas toda esperanza de obtener de la vida algo que valga la pena, y es mejor decirte francamente que éste es el caso.
Si no estás determinado a comenzar ahora y seleccionar cuidadosamente durante todo el día la clase de pensamientos que vas a pensar, es mejor que pierdas toda esperanza de darle forma a tu vida en aquello que deseas que sea, porque ésta es la única manera.
En pocas palabras, si quieres hacer que tu vida sea feliz y que valga la pena —que es lo que Dios desea que hagas—, tienes que comenzar inmediatamente a entrenarte a ti mismo en el hábito de selección de pensamientos y control mental. Esto será excesivamente difícil durante los primeros días pero si perseveras, encontrarás que rápidamente se irá haciendo más fácil y que, en realidad, es e! instrumento más interesante que tengas la posibilidad de fabricar. De hecho, este control del pensamiento es el hobby más estremecedoramente interesante que alguien pueda adoptar. Te sorprenderán las cosas interesantes que aprenderás acerca de ti mismo, y obtendrás resultados casi desde el primer momento. 

Ahora bien, mucha gente que conoce esta verdad de tiempo en tiempo hace esfuerzos esporádicos por controlar sus pensamientos, pero al estar el torrente de pensamientos tan próximo (como ya les dije antes) y al ser los impactos del exterior tan constantes y variados, no hace mucho progreso. Esa no es la manera de trabajar. Tu única oportunidad será definitivamente la de formar un nuevo hábito de pensamiento que te sostendrá cuando estés preocupado y con la guardia abajo, así como cuando estás conscientemente atendiendo el negocio. Este nuevo hábito de pensamiento tiene que ser adquirido definitivamente y la fundación del mismo puede ser vertida en un lapso de pocos días. Y la forma de hacer eso es ésta. 

Toma la resolución de dedicar una semana exclusivamente a la tarea de construir un nuevo hábito de pensamiento, y durante esta semana deja que todo lo demás en la vida no tenga importancia al lado de esto. Si así lo haces, entonces dicha semana será la semana más significativa de toda tu vida. Será literalmente el punto de giro para ti. Si lo haces, se puede decir con seguridad que toda tu vida cambiará para mejor. Es más, es imposible que nada quede como era antes. Esto no significa simplemente que serás capaz de enfrentar tus dificultades actuales con una mejor actitud; quiere decir que las dificultades se irán. Esta es la manera científica de cambiar tu vida, y, al estar de acuerdo con la Gran Ley, no puede fallar. ¿Te das cuenta ahora de que, al trabajar de esta manera, no tienes que cambiar las condiciones? Lo que pasa es que aplicas la Ley y, entonces, las condiciones cambian espontáneamente. No puedes cambiar las condiciones directamente —has tratado de hacerlo muchas veces y has fracasado—, pero si entras a la DIETA MENTAL DE LOS SIETE DÍAS, las condiciones tienen que cambiar para ti. 

Esta, entonces, es tu prescripción: Durante siete días ni por un segundo te vas a permitir permanecer en ninguna clase de pensamiento que sea negativo. Tienes que observarte por toda una semana como si fuera un gato que acecha al ratón, y bajo ninguna circunstancia permitirás que tu mente permanezca en ningún pensamiento que no sea de la clase positiva, constructiva y optimista. Esta disciplina será tan fuerte que no la podrías mantener conscientemente por mucho más que una semana, pero tampoco te estoy pidiendo que lo hagas. Una semana será suficiente porque, para entonces, el hábito del pensamiento positivo comenzará a establecerse. Algunos extraordinarios cambios para mejor ya habrán comenzado a entrar en tu vida, animándote considerablemente; y entonces el futuro se cuidará por sí solo. La nueva forma de vida será tan atractiva y tanto más fácil que la anterior que encontrarás que tu mentalidad se alineará casi automáticamente. 

Pero los siete días van a ser enérgicos. No te haría entrar a esto sin contabilizar antes el costo. El mero ayuno físico será cuestión de niños en comparación, aún si tienes un muy buen apetito. La forma más agotadora de gimnasia militar combinada con marchas de treinta kilómetros será cosa suave en comparación con esta tarea. Pero es sólo por una semana de tu vida, y definitivamente te cambiará todo para mejor. Por el resto de tu vida aquí en la Tierra —de hecho por toda la eternidad— las cosas serán completamente distintas y inconcebiblemente mejores que si no hubieras pasado por esta actividad. 

No comiences a la ligera. Piensa al respecto por un día o dos antes de comenzar. Entonces, comienza, y que la gracia de Dios sea contigo. Puedes comenzar cualquier día de la semana y en cualquier momento del día, primera cosa en la mañana, o después de desayuno, o después de almuerzo, no importa; pero una vez que hayas comenzado no podrás parar por los próximos siete días. Esto es esencial. Toda la cuestión es tener siete días de ininterrumpida disciplina mental a fin de hacer que la mente definitivamente se enfile por una nueva dirección de una vez por todas. 

Si tu partida es mala, o siquiera si lo haces bien durante dos o tres días y entonces por alguna razón "te caes" de la dieta, lo que tienes que hacer es dejar el plan por completo durante varios días, y entonces comenzar de nuevo después de haber descansado. 

Debe evitarse a toda costa el estarse subiendo y bajando —como quien dice. Recuerda que Ríp Van Winkle en la obra de teatro hizo el voto solemne de abstinencia total de bebidas alcohólicas, sólo para aceptar prontamente un trago de parte del primer vecino que se lo ofreció, diciendo calmadamente: "No voy a contar éste." Bueno, en la DIETA MENTAL DE LOS SIETE DÍAS este tipo de cosas simplemente no trabajará. Tienes que positivamente contar toda caída, y ya sea que lo hagas o no, la Naturaleza sí lo hará. Doquiera que se dé una caída, tienes que abandonar la dieta completamente y volver a comenzar otra vez. 

Ahora, a fin de prever dificultades (si esto es posible), vamos ahora a considerarlas en detalle.
Primero que todo, ¿qué quiero decir con eso de pensar negativamente? Bueno, un pensamiento negativo es cualquier pensamiento de fracaso, desengaño o problema; cualquier pensamiento de crítica, despecho, envidia o condenación de otros, o de auto-condenación; cualquier pensamiento de enfermedad o accidente; o, en pocas palabras, cualquier clase de limitación o pensamiento pesimista. Cualquier pensamiento que no sea de carácter positivo y constructivo es un pensamiento negativo. Sin embargo, no te ocupes mucho de la cuestión de clasificación; en la práctica, nunca tendrás dificultad alguna en saber si un pensamiento en particular es positivo o negativo. Aún si tu cerebro trata de engañarte, tu corazón te susurrará la verdad. 

Segundo, tienes que tener bien claro que lo que este plan requiere es que no abrigues cosas negativas, que no te quede; en ellas. Observa esto cuidadosamente. Lo que importa no son los pensamientos que te vienen sino aquellos que tú decides abrigar. No importa qué pensamientos te puedan venir, siempre y cuando no los consientas. Es el consentir un pensamiento o quedarse en él lo que importa. Por supuesto que muchos pensamientos negativos vendrán a ti en el curso del día. Algunos de ellos sencillamente parecerá que flotan a la deriva dentro de tu mente por cuenta propia, y estos vienen a ti desde la mente de la raza. Otros pensamientos negativos te serán dados por otras personas
-ya sea en conversación o por su conducta— o, quizás, recibirás noticias desagradables por teléfono o carta, y verás crímenes y desastres en los periódicos, radio o televisión. Sin embargo, estas cosas no importan en tanto que no te quedes en ellas. De hecho, son justamente estas cosas las que proveen la disciplina que va a transformarte durante esta trascendental semana. Cuando el pensamiento negativo se presenta lo que hay que hacer es rechazarlo. Apartarse del periódico; expulsar el pensamiento de la cara hiriente o el comentario estúpido, o lo que sea. Cuando el pensamiento flote al interior de tu mente, inmediatamente sácalo y piensa en otra cosa. Lo mejor de todo es pensar en Dios, como se explica en La Llave de Oro. La analogía perfecta nos la dará el caso de un hombre que está sentado al lado de una fogata cuando un carbón encendido sale volando y le cae en la manga de la camisa. Si se sacude el carbón encendido de inmediato, sin siquiera un momento de retraso para pensar al respecto, no habrá daño alguno. Pero si, por la razón que sea, permite que el carbón se quede allí aunque sea tan sólo por un momento, el daño habrá sido hecho y será una tarea problemática la de remendar la manga, igual ocurre con un pensamiento negativo. Ahora bien, ¿qué de esos pensamientos y condiciones negativas que son imposibles de evitar en el punto en que te encuentras hoy día? ¿Qué de los problemas ordinarios que tienes que enfrentar en la oficina o en casa? La respuesta es que tales cosas no afectarán tu dieta en tanto que no las aceptes por cuenta de temerles, de creer en ellas, de sentirte indignado o triste por ellas, o por darles algún poder. Toda condición negativa que el deber hace que tengas que manejar no afectará tu dieta. Ve a la oficina o realiza los trabajos domésticos sin permitirles que te afecten (“Ninguna de estas cosas me mueve”), y todo estará bien. Supongamos que estás almorzando con un amigo que no para de hablar negativamente. No trates de callarle o de Otra forma reprenderle. Déjalo que hable pero no aceptes lo que dice y tu dieta no será afectada. Supongamos que al regresar a casa eres recibido con gran cantidad de conversación negativa. No digas un sermón, sencillamente no lo aceptes. Recuerda que es tu consentimiento mental lo que constituye tu dieta. Suposdngamos que atestiguas a un accidente o un acto de injusticia. Digamos que en vez de reaccionar aceptando la apariencia y respondiendo con lástima o indignación, te rehúses a aceptar la apariencia a su valor nominal; haz lo que puedas para corregir las cosas, dale el pensamiento correcto, y déjalo allí. Todavía estarás en la dieta.
Por supuesto que servirá de mucho si puedes tomar los pasos necesarios para evitar encontrarte con aquellas personas que despiertan el diablo en ti. Es mejor que mientras estés en la dieta evites a la gente que te crispa los nervios o que se antagoniza, o que te aburre; pero si es imposible evitarle, entonces tienes que poner algo adicional de disciplina —eso es todo.
Supongamos que tienes una ordalía particularmente especial ante ti la semana que entra. Bueno, si tienes el suficiente entendimiento espiritual, sabrás cómo hacerle frente de la manera espiritual; pero, para nuestro actual propósito, creo que yo esperaría y comenzaría la dieta tan pronto como haya concluido dicha ordalía. Como dije antes, no comiences la dieta a la ligera sino que piénsala bien primero. 

Concluyendo, te quiero decir que a menudo la gente encuentra que el comenzar esta dieta pareciera alborotar toda clase de dificultades. Pareciera como si todo comenzara a ir mal al mismo tiempo. Esto podrá parecerte desconcertante pero, en realidad, es un buen signo. Quiere decir que las cosas se están moviendo; y, ¿no es ese justamente el objetivo que tenemos en mente? Supongamos que todo tu mundo pareciera sacudirse de las bases para arriba. Quédate impávido, déjale que se sacuda, y cuando haya terminado de sacudirse la imagen se habrá vuelto a armar a sí misma en algo mucho más aproximado al deseo de tu corazón.

El punto arriba mencionado es vitalmente importante y más bien sutil. ¿Acaso no ves que justamente abrigar tales dificultades es, de por sí, un pensamiento negativo que probablemente te ha sacado de la dieta? El remedio, por supuesto, no está en negar que tu mundo se está sacudiendo en apariencias, sino en rehusarse a tomar la apariencia de la realidad. “No juzguéis según las apariencias sino juzgad con justo juicio.” Juan7:24
Mantén tu pensamiento positivo, optimista y bondadoso mientras que la imagen externa se está sacudiendo. Mantenlo así a pesar de todas las apariencias, y la gloriosa victoria estará asegurada. Todo lado de tu vida cambiará radicalmente para mejor.
Y, finalmente, recuerda que nada dicho o hecho por otra persona puede posiblemente sacarte de la dieta. Sólo tu reacción a la conducta de la otra persona puede hacer eso. 

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