domingo, 6 de marzo de 2011

CENIZAS, CEMENTERIOS Y LUTO

Habiendo quemado el cuerpo, es mejor no conservar las cenizas. Sólo una mórbida satisfacción puede dimanar de retener estas horripilantes reliquias. Estas deberían ser regadas sobre algún césped o tiradas al mar, a un río o a un lago y, por supuesto, hacerlo con una oración. Por la misma razón están fuera de lugar todos esos monumentos en los cementerios y, de ser posible, deberían evitarse a toda costa aún en casos en que las consideraciones familiares han hecho inevitable el entierro. Un poco de reflexión a este respecto te mostrará que erigir un monumento sobre un cuerpo descartado es tan irrazonable como lo sería que enterraras un vestido viejo y que le pusieras encima un monumento.

Ciertamente deberías evitar visitar la tumba de tu amado. Bien sabes que él no está en el cementerio, por lo que es mejor que te mantengas lejos de dicho lugar. Reza por él en el santuario o en casa. Ningún otro lugar es más sagrado o apropiado para orar que tu propia casa. En su cumpleaños (o en cualquier aniversario que te hubiera resultado importante) coloca un ramo de flores en memoria suya, pero que esto se haga en casa y no en el cementerio. Si tienes un retrato suyo, puedes ponerle las flores enfrente. Por supuesto, esto debería hacerse sólo ocasionalmente y no convertirlo en una practica diaria.

Deberías evitar hacer luto. No te vistas de pies a cabeza de negro por amor a tu amado que no está muerto sino bien vivo, Y en este punto me gustaría mencionar que no está bien, a modo general, que conserves pertenencias personales del difunto si lo estás haciendo con un espíritu sentimental o mórbido. Aquí necesitamos discernimiento. No hay objeción alguna a que conserves algunos recordatorios si estás seguro de no estarlo haciendo con un espíritu de luto, pensando que él está muerto. Por otra parte, la idea de mantener su habitación, sus libros o lo que sea "justamente como el los dejó" (cosa que hace alguna gente) es un error garrafal y es algo estrictamente pagano. El difunto no lo desearía, y probablemente se reiría de buena gana de ti si te lo pudiera hacer saber. Todas las condiciones que pertenecen al pasado deberían, en la medida de lo posible, ser desmanteladas para hacer espacio para el presente vivo.

Me gustaría explicar aquí que si bien las instrucciones anteriores son realmente lo que se debería hacer, no obstante, en ciertos casos razones familiares podrán impedir que se lleven a cabo. Si otros miembros de tu familia tienen puntos de vista anticuados, especialmente los mayores —tus padres, por ejemplo—, entonces a menudo es mejor ceder y hacer lo que ellos esperan que se haga, en lugar de herir sus más profundos sentimientos. Es que si bien tu podrás saber qué es lo correcto, es posible que ellos no; por lo que, si la cremación les resulta chocante, que se entierre el cuerpo. Y en cuanto a ti, pues asiste al funeral en el nombre de la caridad cristiana. Por supuesto que el deseo expreso del difunto debería siempre ejecutarse. Dentro de lo razonable, deberíamos hacer todo lo que sea posible para evitar producirle dolor en estas cuestiones a los padres y parientes mayores. Por otra parte, no lleguen a ningún arreglo para no herir los sentimientos de los jóvenes porque estos deberían aprenderlo que es mejor; y nunca tomen en cuenta la opinión de vecinos o parientes lejanos en tales cuestiones.

Un hombre en New York me dijo que no se vestía de negro porque sabía que su hermana recientemente fallecida no estaba muerta, pero que cuando visitaba la casa de sus padres, algo que hacía cada tantas semanas, se vestía de luto para evitar escandalizarlos. Le dije que estaba muy en lo correcto, y que tal era el curso de acción que siempre aconsejaba en estas circunstancias.

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