Ocúpate de tus asuntos" es una regla muy buena. Es muy probable que no haya error en decir que la mitad del mal en el mundo se debe a entrometidos bien intencionados que no pueden abstenerse de intervenir. No hace falta decir que tales personas nunca tienen armonía ni éxito en sus propias vidas, ya que es una regla invariable que todo aquél que se ocupe de los asuntos del vecino, descuidará los propios.
Todo esto es verdad, y no podemos recordarlo lo suficiente; pero en un sentido más profundo es igualmente verdad que aquello de lo que se ocupa el hombre -a lo que le da su atención- siempre se constituye en su asunto, y a veces en su destrucción. Cuando interfieres mentalmente en cualquier condición, involucras tu vida en ella directamente proporcional al grado de interferencia. Cuando mentalmente tomas partido, o te emocionas sobre la cuestión, y aún más cuando hablas de ello, y todavía más aún cuando haces algo al respecto, te estás haciendo parte de ella y tendrás que asumir las consecuencias.
Dicho de otra forma, no puedes involucrar tus pensamientos en algo sin acarrear sobre ti las consecuencias naturales. Si quieres, podrás llamar a esto involucrarte en el 'karma' de tal situación, pero llámelo como lo llames, el hecho queda. Interferir mentalmente en cualquier situación te involucra con las consecuencias, tanto como si interfirieras físicamente. Claro que cuando es tu deber involucrarte en alguna situación, tendrás que hacerlo constructiva y espiritualmente -y entonces las consecuencias para ti sólo podrán ser buenas.
La Biblia dice que "El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, es como el que toma al perro por las orejas."[Proverbios 26:17] Cuando aquellos que te rodean se ponen a hablar negativamente acerca de algo o alguien, si tú añades tu contribución al caldero de las brujas, estarás tomando a un perro ajeno por las orejas -así que, ¡cuidado! Si te enredas emocionalmente con algo que no te compete -mediante la indignación, la vanagloria de la rectitud propia, el odio o lo que sea-habrás vuelto a tomar al perro por las orejas, y tendrás que pagar por ello. Si te apuras a entrevistar o telefonear a alguien estando en este estado de ánimo, habrás agarrado al perro otra vez -y te morderá. Y hasta siquiera pensar negativamente con respecto a tales cuestiones en la cámara secreta de tu propio corazón te acarreará un castigo proporcional y natural.
Siempre es correcto pensar positivamente acerca de cualquier persona o situación, y si lo haces, también recibirás igual cantidad de oportunidades para ayudar a la gente de manera práctica, sin tener que quebrantar la ley que hemos estado considerando, sin acercarte al peligroso perro en lo absoluto.
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