Juicio, en la Biblia, significa decidir si un pensamiento es falso o verdadero. Este proceso necesariamente ocurre mientras nuestras mentes, durante todo el tiempo en que estamos despiertos y el punto hasta el cual llegamos a “juicios justos” determina el carácter de nuestras vidas. Aceptar el mal por su apariencia es juzgar erróneamente, y conlleva su castigo natural. Negarse a creer en el mal y afirmar el bien es juzgar con justicia y conlleva la recompensa de la felicidad y de la armonía.
Así, el Juicio Final no es un gran juicio que tendrá lugar en el fin de los tiempos, sino un proceso que ocurre todos los días. Cuando Jesús dijo: “ No juzgues para que no te juzguen” , quería decir que condenar a nuestro hermano sin examinar el caso, en lugar de ver el Cristo en el interior, equivale a ponernos en peligro, porque estamos convirtiendo las apariencias de nuestro hermano en una realidad, y todo lo que hagamos real debemos demostrarlo en nuestras vidas.
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